Parece mentira, pero tuve la inesperada oportunidad de asistir al concierto que Itzhak Perlman y la Sinfónica de Praga dieron en el país esta semana. Porque la odisea de Perlman comenzó mucho antes que los sones de su violín irrumpieran en la noche capitalina, muy parecido a lo que sucedió con la venida de Ennio Morricone hace un par de años atrás y que llevó a la organización a un completo caos en el momento de la entrega de las entradas y que dejó a muchos verdaderamente interesados afuera. Momentos como este se pueden dar para un estudio psicológico o sociológico de cómo nos comportamos los chilenos ante estos eventos de calidad sobretodo si son de entrada gratuita. Después de lo sucedido con el público que se paró en mitad de la presentación, las largas y tediosas filas que debieron soportarse para conseguir las entradas, las reventas de entradas gratuitas a precios de locura, uno se pregunta si en Chile estamos preparados para asistir a la cultura como un regalo, porque varios pensamos que si hubiesen vendido la entrada aunque sea a un precio muy bajo, sólo los interesados realmente en la música o el espectáculo habrían asistido, ahorrando a todo el mundo algunos malos ratos.

Pero una oportunidad como esta es agradecida de corazón, la iniciativa que fue organizada por la Fundación Beethoven; patrocinada por el Consejo de la Cultura y las Artes y la Embajada de la República Checa y presentada por Celfin Capital, tuvo una acogida increíble por el público, más allá de los pormenores antes mencionados.

¿Pero quién es Itzhak Perlman? se preguntará más de alguien, la respuesta es linda pero no sencilla, aunque podríamos resumir que Perlman es un virtuoso violinista israelí-estadounidense con una larguísima y frutífera trayectoria. Al freak de nuestros días le sorprenderá saber que Perlman fue el violinista principal del score de John Williams: La Lista de Schindler y también participó junto a Williams en Memorias de una Geisha. Ha estado en múltiples Sinfónicas del mundo.

En el Parque Bicentenario de Vitacura, con el incomparable fondo de las luces de la ciudad, en una noche más fría de lo habitual en esta época del año y antes más de dos mil espectadores, La Sinfónica de Praga comenzó su recorrido por la música de clásicos del cine. Desde Bonanza pasando por Doctor Zhivago y Lo que el Viento se Llevó, mientras escenas de las películas interpretadas aparecían en la gran pantalla que decoraba el fondo del escenario. Por lo que tengo entendido la calidad técnica del sonido mejoró mucho en la segunda presentación.

Luego de varias piezas interpretadas, el escenario se llenó con la cálida presencia del maestro Perlman, un hombre sencillo dueño de un ángel y un talento poco habitual, su violín expele notas llenas de imágenes y sensaciones. Sus intepretaciones de África Mía, Cinema Paraíso, El Padrino, Casablanca y el tango Por una Cabeza de la película Perfume de Mujer literalmente sacaron lágrimas de los espectadores. El punto clímax de la presentación del virtuoso lo dio con la magnífica ejecución de los dos temas de la banda sonora de la Lista de Schindler, una ejecución que nos transportó sobre sus notas a los terribles sufrimientos del Holocausto Nazi.

Luego la Orquesta Sinfónica de Praga, una verdadera especialista en música cinematográfica, recorrió con gran maestría los sones más recordados del Séptimo Arte, dedicándose con especial interés en el trabajo de John Williams. El recorrido comenzó con el tema de la película ET, Star Trek, Indiana Jones y llegando a la belleza de varios de los temas más clásicos de la banda sonora de Star Wars, desde su famoso tema principal, Across de Star, hermoso tema de amor extraído del Ataque de los Clones, para luego con la intervención del Coro de la Universidad de Chile, interpretar Duel of the Fate, la fantástica pieza extraída de la Amenaza Fantasma. Según comentarios la Sinfónica se guardó El tema del Salón del Trono y la Marcha Imperial que interpretaron la noche anterior. Con algunos problemas de sonido e iluminación que restaron un poco de la majestuosidad de esta parte del show, además del público poco respetuoso que comenzó a ponerse de pie y a retirarse, creo que estas interpretaciones fueron un regalo para todos los amantes del cine que tuvimos la oportunidad de vivir la experiencia de asistir a un espectáculo de este nivel, y sentir en cine en las notas musicales de estos talentosos músicos.

Al final del espectáculo, la Orquesta sorprendió con un momento que sacó los aplausos del público cuando interpretaron la música de Austin Power y Peter Gunn.