Estos no han sido días muy fáciles, Michael, es difícil comprender lo que está sucediendo. A veces pienso que quiero justicia, otra veces pienso que no vale la pena abrir aquellas heridas que ya estaban cicatrizando ¿Acaso la mal llamada justicia va a traerte de vuelta? ¿Acaso volveremos a escuchar tu voz diciendo nuevas palabras, cantando nuevas notas, o entonando nuevas canciones? Nada te traerá de vuelta. A veces pienso que no vale la pena volver a ver tu imagen en los noticiarios, ver tu cuerpo sin vida en las fotografías, ese cuerpo que bailaba en el escenario como un ángel sin gravedad, esos ojos otrora llenos de vida ahora muertos y perdidos en algún punto infinito, con una última imagen grabada en las pupilas para siempre. Me pregunto si valdrá la pena ver las fotografías de ese lecho de muerte, de escuchar tu voz agonizante, esa voz que suele cantarme al oido las conciones más queridas de la vida. No sé si vale la pena.

¿Saber que te mataron? ¿Saber que podrías estar acá aún? ¿Entender que alguien te arrebató la vida? Es un nuevo dolor a los muchos que me has causado y desde mi computador hablo de la manera más egoista del mundo con el Príncipe muerto de mis sueños, con el ángel inerte que se me aparece en la mente como un fantasma de tiempos pasados, como la utopía inalcansable de un faraón desaparecido hace mucho. Sí, hablo con egoismo, porque decidiste partir y jamás me preguntaste si lo quería y justo cuando te había dejado volar, este juicio te trae de nuevo moribundo, en tus últimos días, reviviendo esa época dolorosa que creí dejar atrás pero que al parecer no me abandonará.

Y este juicio solo me recuerda que no estuve ahí para tomar tu mano mientras partías, que no tuve tiempo de llorarte, que este dolor se ha transformado en una herida purulenta que ha tratado de cicatrizar sobre la infección. Pero me recuerda sobretodo que nunca estuve ahí para verte en vida, para ver tus ojos negros llenos de vida, que no escuché tu voz dicha por tus propios labios, que para ti nunca existí mientras tú cambiabas mi vida.Me recuerdas que nunca estarás, que jamás te veré.

En estos años solo he visto lo lejos que estabas y me he dado cuenta que nunca jamás estuviste cerca, a pesar de que me hablabas al oído, de que te me aparecías en sueños, que fuiste el príncipe de mi niñez, el hombre que abrió mi corazón, estabas tan o más lejos que ahora. Por eso hoy hablo con egoismo, con rabia si se quiere, con rabia porque eras el mejor y no luchaste, porque te dejaste matar, porque nos privaste de tu genialidad.

Hablo con egoismo porque este juicio me hace pensar con lástima de alguien que era mi roca, que era el héroe que amaba y ahora debo ver fotos tuyas en una camilla de hospital con la mirada inerte, un envase vacío, un ángel a quien han cortado las alas, el amor de mi niñez reducido a un cadáver más en un humilde lecho de muerte.

Nada de lo que pase en este juicio me devolverá a Michael y Dios sabe que anhelo justicia pero el precio que habrá de pagar mi corazón es alto porque la televisión te ha convertido en una fotografía de un muerto y un par de envases de droga, la cara de tu asesino y un puñado de piezas del puzzle que son tus últimas horas. No me importa lo que quiera el resto, ahora en mi corazón somos solo nosotros dos, yo y tu recuerdo, solo eso y me aferro porque es el único legado que me queda de ti.

Exijo justicia, quiero que tu asesino pague por su horrible crimen, pero nada te traerá de vuelta. Has volado más allá donde las palabras de los hombres no sirven de nada, en un viaje eterno hacia las estrellas que tanto amabas, donde ni la justicia, ni el llanto de los que te amaban pueden traerte, más allá de los sueños, de los deseos y de la tristeza.

Talvez al cerrar el círculo me regales un poco de la paz perdida, por ahora puedo decir que mi corazón comenzó a sangrar nuevamente y mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas igual que lo hacían en ese nefasto 25 de junio.